Este tipo de terapia ha demostrado hace muchos años ser la que mejor resultados arroja a la hora de abordar terapéuticamente las conductas autodestructivas con sustancias tanto toxicas como no toxicas. Las distintas investigaciones indican que las habilidades que aprenden los individuos a través de los enfoques de las estrategias comportamentales persisten aun finalizado la asistencia. “La ayuda cognitivo-conductual representa la integración de los principios derivados de la teoría del comportamiento, la teoría del aprendizaje social y la asistencia cognitiva. Supone un enfoque más comprensivo para tratar los problemas derivados del uso de sustancias, y consiste en el  desarrollo de estrategias destinadas a aumentar el control  personal que la persona tiene sobre sí misma. La filosofía de la intervención está basada en la consideración del individuo como un científico, en el sentido de que  se anima a recurrir al método científico para contrastar empíricamente sus ideas o creencias…”

(Cognitive-behaviour therapy. En: Wilso G, Franks C, editors. Contemporary behavior therapy, conceptual and empirical foundations. New Your: Guilford Press, 1982).

“… Se propone abordar la intervención como un  programa global en  el que tengan cabida las distintas técnicas psicoterapéuticas. Las terapias cognitivo-conductuales se han  demostrado eficaces en entrenar a los sujetos en el afrontamiento de situaciones de riesgo, mediante el aprendizaje de técnicas y el fomento de habilidades que el sujeto debe poner en práctica de una forma progresiva…” (Motivational interviewing: preparing for change in addictive behaviour. New York: Guilford Press, 1991)

Asimismo la terapia cognitivo conductual ha demostrado ser eficiente a la hora del manejo del creaving y  la prevención de recaída. Aportando herramientas con un alto nivel de eficacia que torna imposible su no utilización.